Repatriada la Legión Azul, voluntarios españoles repartidos en todas y cada una de las unidades más importantes de la Wermacht así como en las distintas armas por toda Europa, constituyen el último nucleo de fuerzas españolas que llegarían a luchar en los momentos finales de la segunda guerra mundial junto a la Cancilleria de Hitler, escribiendo una página muy desconocida junto al resto de voluntarios europeos (franceses, suecos, croatas, letones, hungaros, estonios, flamencos, italianos, finlandeses, noruegos, cosacos... y un larguisimo etcétera) pero no exenta de menos peligrosidad y valentía.
Fueron los últimos combatientes idealistas de aquella España. Fueron sus últimos jóvenes románticos y soñadores, mitad soldados y mitad monjes, para quienes José Antonio profetizase un paraíso de ángeles con espadas. Fueron los dignos descendientes de la gloriosa División Azul. Fueron los donceles elegidos de la Falange. Fueron los mejores. A ellos, los irreductibles, caídos unos para montar su guardia en los luceros, y supervivientes otros para defender la integridad de su juvenil ideología, saludo emocionadamente a nuestro modo y estilo: brazo en alto, ¡Arriba España!
Autor: Fernando Vadillo
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